DEL TAYRONA Y OTROS CUENTOS
Una vez mi sueño se comenzó a
hacer realidad, opté por asegurarme de mi llegada a una de las partes más
bonitas a mi parecer de Colombia, la gran Santa Marta. Contando con un poco de
suerte y claro está, de tiempo, encontré pasajes en avión
a un precio muy económico, eso sí, los tuve que comprar tres meses antes de mi
viaje…
Días previos a aventurarme con mi
compañera de viaje, estaba completamente ilusionado, nervioso y feliz de haber
podido cumplir una de las metas más focalizadas que tuve en el 2013, contamos
con mucha suerte de poder instalarnos como primera medida en la casa de una
prima segunda de mi acompañante, quien de una forma muy cordial y como suelen
ser los samarios , nos abrió las puertas de su casa, dándonos la mejor
habitación para poder descansar y dejar nuestras cosas mientras llegaba el día
de poder arribar al Tayrona, antes de eso, decidimos conocer un poco más Santa
Marta y sus alrededores, los cuales son encantadores, y no sé sí era por mis
ganas de conocer o qué, pero me pareció que esta región guarda una magia única,
son de esas porciones de tierra que son bendecidas por la madre naturaleza y
les da todo un paraíso a unos cuantos pasos, el tener un sierra nevada, mar,
manglares, selvas, sol, brisa, hace de Santa Marta una tierra sagrada y
bendecida, contando con la alta presencia de la mística Kogui y arahuaca.
Los días de aprovechamiento en
Santa marta, nos dieron la posibilidad de compartir con gente de Taganga, el
rodadero (la pequeña Miami) y sus alrededores, la cual cada una tenía su propia historia de
turismo, hipismo, de pescadores y de
navegantes.
Tierras potencialmente adquiridas
para el turismo pero que naturalmente pertenecen a toda esta raza indígena,
creadora de tan bello paisaje, y que protegen como si fuera su propia vida,
todavía con creencias tan propias de pagamentos, dioses y pachamama que lastimosamente en la “civilización” se ha
perdido para darle paso a la creación del dios dinero y a su madre la envidia y
su padre el rencor.
Ahora cuando he vuelto a la
ciudad, me pregunto, sí es posible que estas tierras con su magia especial, lo
puedan atraer a uno desde tan lejos, que sepan que uno necesita de su recarga
de energía para poder seguir en esta vida de no relax y más bien de estress y
frialdad. Siempre he sido un creyente de las historias de los pobladores que
viven al frente del mar, sería este mismo respeto que ha surgido en mí, de viajes
anteriores, el cual me llamó y me hizo entender que el momento de estar
nuevamente al frente de él, tendría que ser en tierras koguis y arahuacas?....
Hacienda el paraíso, se llamaba
el lugar por el que optamos por acampar cerca a la playa arrecifes, con un
costo de 10.000 pesos la noche con beneficio de buenos baños, algo importante
para las mujeres quienes pueden sufrir un poco por la falta de estos en algunas
partes…, ese mismo día armamos la carpa y salimos como niños que por primera
vez van a conocer el mar.
Con nuestras toallas trenzadas al
cuello, comenzamos a caminar hacia Arrecifes, cuando un cartel en madera nos
avisaba que en esta playa era prohibido bañarse, por el alto oleaje que se
presentaba, acompañado de arrecifes y palos, pero… arrecifes fue lo que nos
dejó ver que el Tayrona, está y estará encantado, siempre, Arrecifes era ese
purgatorio de arena infinita que tocaba caminar para poder llegar a otras
playas aptas para bañarse, el caminar por esa arena que se comía los pies y
mientras ver el paisaje alrededor, daban ganas de llorar de la emoción y ver la
alta belleza que Colombia oculta dentro de sus montañas, sus selvas, su
historia.
El Tayrona, es de esos lugares
que hablan por si solos, y que se queda corto al querer describirlo con
palabras, el Tayrona es para conocerlo, para amarlo, para succionarle su magia,
su trascendencia, sus historia y cultura, es un lugar libre de los grandes
emporios hoteleros, es libre de comercio asfixiante, el Tayrona es tan rico,
tan majestuoso que ofrece ver la caída del sol y el asciendo de la luna,
cambiando de colores, alumbrando así el mar y reflejándonos en sus aguas, el
Tayrona es vida, es Colombia, y está abierto para que cada persona se pierda en
su hermosura.

Comentarios
Publicar un comentario